Mujer

Ninguna mujer está a salvo de la violencia conyugal y nada la predestina a convertirse en víctima.

La mayoría de las víctimas de violencia conyugal quieren entender por qué su cónyuge actúa así con ellas. “¿Por qué me trata de esa manera?”, “¿Qué he hecho para merecer esto?”

Se sienten culpables y creen, a menudo erróneamente, que son responsables de la violencia que sufren.

Las relaciones de poder presentes en una situación de violencia conyugal no son exclusivas de una determinada categoría de personas, como se cree con demasiada frecuencia. Se presentan tanto en medios acomodados como en los más desfavorecidos. No se vinculan de ninguna manera con el alcohol, las drogas, las costumbres religiosas o culturales, etc. Encontramos estas relaciones de poder en todo el mundo, donde sea que los hombres quieran dominar a su cónyuge o que la sociedad banalice la violencia.

Debes saber que no estás sola frente a esta situación. No eres la causa de esta violencia, así que no tienes la culpa. Es importante que sepas que no eres responsable del comportamiento violento de tu pareja y que la violencia no es una pérdida de control, sino una toma de control sobre ti.

 

¿MI CÓNYUGE ES CONTROLADOR?

A continuación, se ofrecen algunos ejemplos que te ayudarán a comprender mejor las posibles formas de violencia de las que puedes ser víctima.

Si te identificas con algunas de estas afirmaciones, es posible que estés experimentando violencia conyugal en tu relación amorosa.

En La Méridienne te ofrecemos la oportunidad de sentirte segura, escuchada, de recuperar tu energía y de ver tu situación en perspectiva.

  • Denigra a mi familia y a mis amistades. 

  • Me siento despreciada, atacada en mis puntos débiles, humillada o controlada en la forma de vestirme, peinarme, hablar, etc.

  • Es muy estresante vivir con mi pareja porque nunca sé qué desencadenará su enojo, siento que me muevo en un campo de minas.

  • Me amenaza, me asusta y me siento intimidada.

  • Controla mis idas y venidas, me impide ver a mi familia y amistades o no me permite salir sin él.

  • Controla mi salario y supervisa mis gastos.

  • Me impide conseguir un trabajo o me hace perderlo.

  • Grita, me maldice y me insulta.

  • Siento que nunca hago las cosas bien, me siento culpable, responsable de todo y llego a creer que estoy loca.

  • Él denigra mi cuerpo, mi desempeño sexual o me compara con otras mujeres.

  • Me obliga a tener sexo o a hacer cosas que no me gustan.

  • Me sacude, me pega, me empuja, me pellizca, me abofetea, me muerde, me tira del pelo o me aprieta el brazo.

  • Destruye mi ropa o mis objetos preferidos.

  • Lanza cosas, golpea las paredes o los muebles.

  • Dice que nunca aceptará que lo deje o que yo no podría vivir sin él.

Escenario de protección

El objetivo de un escenario de protección es ayudarte a garantizar tu seguridad en un contexto de violencia conyugal.

LAS CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA CONYUGALes

Sufrir violencia conyugal tiene un impacto significativo en la salud física y mental de las víctimas. Deja graves consecuencias y traumas en la vida de estas mujeres, tanto a nivel físico como mental.

Las consecuencias de la exposición a la violencia conyugal pueden incluso persistir mucho después de que haya cesado. Afecta el bienestar físico, emocional, mental y social de las víctimas.

  • Físicas

    Varios estudios muestran que las mujeres víctimas de violencia conyugal tienen un riesgo mayor de desarrollar problemas de salud física:

    • lesiones físicas como fracturas, contusiones, quemaduras;
    • dolor y fatiga crónica;
    • Trastornos de ansiedad y ataques de pánico;
    • Trastornos alimentarios;
    • Uso excesivo de medicamentos o drogas;
    • Migrañas;
    • Trastorno por estrés postraumático y depresión;
    • Insomnio, pesadillas.

  • Socioeconómicas

    El estado de angustia de una mujer víctima de violencia conyugal a menudo le ocasiona diversos problemas:

    • Absentismo frecuente en el trabajo;
    • Pérdida de concentración;
    • Disminución de ingresos;
    • Pérdida o abandono del empleo;
    • Aislamiento social: cada vez menos contacto con sus amistades, colegas, etc.
  • Psicológicas

    La violencia psicológica tiene efectos tan devastadores como la violencia física, aunque menos visibles:

    • Pérdida de la autoestima y dificultad para hacerse valer (aislamiento, falta de valorización);
    • Miedo (ser vigilada, estar tensa, en constante estado de alerta, continuamente desconfiando, etc.);
    • Sentimientos de vergüenza, de culpa, de impotencia y de ser responsable;
    • Temer por su vida o la de sus hijos/as;
    • Cólera y confusión.
  • Emocionales

    Algunas mujeres que luchan con una pareja controladora experimentan emociones tan conflictivas que describen su vida afectiva como una ”montaña rusa”. Tienen la vaga impresión de estar volviéndose locas:

    • Tristeza, preocupación, ansiedad;
    • Cólera;
    • Incapacidad;
    • Humillación;
    • Desconfianza, terror.

     

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